DE SUSA A ECBATANA. Dos alternativas para el camino real aqueménida.
Texto de Joaquín Velázquez Muñoz.
Artículo publicado en Revista Arqueología 2010, Año nº 31 Nº 356
El camino real aqueménida que unía Susa con Ecbatana evitaba los Zagros centrales (Lüristan) porque la ruta directa que atravesaba el país de los cossenos era ”mala, estrecha y escarpada” (Diodoro, XIX, 19.2). Además, hay que añadir, que estos pueblos montañeses exigían el pago de un ”tributo” por el derecho de paso (Diodoro, XIX, 19.3), lo que podría provocar que esta ruta no fuera muy frecuentada, aunque la realidad, quizás, fuera muy diferente. Esta ruta directa es la que utilizó Antígono el tuerto en el año 317 a.C., quien en un primer momento se negó a pagar el ”tributo” exigido por estas poblaciones pero que, ante las numerosas bajas de su ejército, se lamentaba por no haber hecho caso de las demandas de los cossenos (Diodoro, XIX, 19.2-8).
Hay que tener presente que los textos de los autores clásicos tratan de mostrar la debilidad de los Grandes Reyes con respecto a los conquistadores griegos, de ahí que exalten la figura de éstos, que se niegan a aceptar dicho derecho de paso y hacen la guerra a estas poblaciones, frente a los monarcas aqueménidas, tan débiles que no tienen otra opción más que la de pagar un tributo a estas poblaciones montañesas. Habría que pensar más bien en la práctica del Gran Rey con estos pueblos del don y el contra-don. Los Grandes Reyes, en sus desplazamientos anuales entre las capitales de su Imperio, utilizaban deliberadamente las vías “controladas” por los montañeses, a los que les pagaban voluntariamente una determinada suma. En otras palabras, el encuentro con los cossenos o los oxienos no desembocaba en un acto de guerra, sino que se expresaba en términos de acuerdo y contrato.
TRAZADO DE LOS CAMINOS
Según Estrabón (XI, 13.6), en efecto, el Gran Rey no pagaba solamente un “foros” a los cossenos, sino que también les hacía “regalos”. Esto es corroborado por Hierónimo de Kardia (Diodoro, XIX, 19.3). El caso de los cossenos no es un hecho aislado: Arriano, con respecto a los oxienos, usa el mismo término (Anab., III, 17.6). Esta práctica es denominada como el “don vinculante”. La “subvención” pagada por el Rey es “voluntaria”, ya que tiene el valor de consagrar un acuerdo, donde está claro que este episodio anual da cuenta de un estado de paz entre los montañeses y los aqueménidas o, si se prefiere, de un estado de “hostilidad regulada”. Los “dora” garantizaban la aplicación, comprometiendo a los dos contratantes a un proceso irreversible para el año que se abría, aunque la dependencia correspondía a los montañeses, y no a los aqueménidas, puesto que cada año, el rey llegaba para renovar una soberanía que debía seguir siendo de sobra ficticia, fuera de los períodos en que este pueblo debía proporcionar contingentes militares.
Pero este “control”, efectuado sobre sus desfiladeros por parte de los cossenos, sólo tenía verdadera eficacia si el Gran Rey decidía utilizar el camino directo antes que el camino real que se dirigía hasta Babilonia. El itinerario por el Lūristān presentaba solamente dos ventajas: por un lado, una ventaja climática, pues se escapaba a los rigores del calor de la llanura mesopotámica. Por otra parte, una ventaja temporal, puesto que este itinerario era mucho más corto, a pesar de la posible oposición que podían encontrar por parte de los cossenos, ya que Antígono, en el 317 a.C., tan solo tardó nueve días en alcanzar Ecbatana (Diodoro, XIX, 19.8), mientras que, al contrario, por la vía real que se dirigía por Babilonia se tardaban 40 días (Diodoro, XIX, 19.2). De todas formas, este era un itinerario especialmente difícil para los pesados convoyes, puesto que el camino era, como vimos, difícil y estrecho, y donde abastecerse era extremadamente difícil.
EL CAMINO REAL
El camino real aqueménida tomaba por tanto un itinerario mucho más largo. La vía, desde Susa, cruzaría el Tigris a la altura de Sittake, en la moderna ‘Aziziyya según las distancias aportadas por Jenofonte. Posteriormente, el camino se dirigía hacia el este, por la llanura babilónica, antes de encaminarse por un camino natural que remontaba el Diyala; después se desviaría hacia el este para, a través del Zagros, por el paso de Sar-i-Pul-i-Zuhab (las Puertas del Zagros o Puertas de Media), unirse con la meseta iraní por Behistun, es decir, tomando la antigua ruta de Jorasán que unía a la vía con Kermānšāh, Ecbatana (Hamadan) y Rhagai (Diodoro, XIX, 19.2).
En este trayecto habría que situar la única estación mencionada por Heródoto. El autor griego indica (VI, 119) que Darío instaló a los eretrios “en su propia estación”, denominada Arderikka, en el país de los kestenos, a 120 kilómetros (210 estadios) al oeste de Susa, por lo que debía de situarse a medio camino entre la antigua capital elamita y Babilonia. Este sitio, sin embargo, es identificado generalmente con la moderna ciudad de Kir-āb, al norte de Susa. El nombre antiguo, reflejado en la Arderikka griega, se ha identificado con el Urdalika mencionado por Aššurbanipal en el 640 a.C. como una de las 29 ciudades pertenecientes al reino elamita (Prisma Rassam, columna. V, línea 51). De todas formas, hay que tener presente y no confundir este emplazamiento con otra localidad con este mismo nombre, la cual se encontraba en Asiria (Heródoto, 1, 185.2) y es descrita como un kome (aldea) situado en el Éufrates, al norte de Babilona, aunque no se puede localizar con certeza.
Esta misma ruta, en época partha, es mencionada por Isidoro de Charrax en su obra, Etapas pórticos o Periégesis de Partia, camino que debió seguir, prácticamente, el mismo itinerario seguido por la antigua vía real aqueménida, que partiendo desde Babilonia alcanzaba Mandali, vía Opis, desde donde el camino real pondría rumbo hacia Ecbatana. Opis fue un punto central en la campaña del elamita Sutruk-Nahhunte en su ataque contra Babilonia en el 1170 a.C. En una de sus campañas se dirigió de Ešnunnak a Opis, donde, tras tomarla y cruzar el Tigris, se dirigió por Dūr-Šarrukēnu, Dur-Kurigalzu (‘Aqrqūf), Sippar y Babilonia. Es el mismo camino seguido por Ciro II, puesto que Heródoto (l, 189) menciona cómo el monarca aqueménida desciende el Gyndes (Diyāla), y Alejandro, que procedente de Gaugamela cruzó el Tigris en Opis para dirigirse con posterioridad a Babilonia. Es revelador también que el contingente griego en el que se encontraba Jenofonte se encontrara en Opis tropas del Gran Rey enviadas como refuerzo desde Susa y Ecbatana (Anab., ll, 4.25-26). Esta ciudad, bajo Cambises, jugó un papel de gran importancia en el tráfico comercial puesto que era un centro donde se compraban esclavos y asnos (Camb., 143, 144, 145).
Del mismo modo, a la altura de Opis, el acceso hacia el sur estaba bloqueado por “el muro de Media”, entre el Tigris y el Éufrates. Entre su confluencia con el Diyāla y el Golfo Pérsico se extendía, durante este periodo, a lo largo del Tigris, una zona pantanosa que hacía cualquier intento de comunicación directa con Elam imposible. De este modo, si se quería alcanzar Susa, se tenía que alcanzar Mandali, para poder descender, o dirigirse hasta Babilonia, puesto que al sur de esta última ciudad existía otra vía de comunicación con Susa, esto es, por el valle de Kherka.
Un testimonio de este itinerario confirma el hecho de que cuando el Gran Rey venía para alcanzar sus cuarteles de invierno en Susa desde Ecbatana, ordenaba realizar una recaudación de suministros, en torno a la ciudad de Ur, para las necesidades de su Palacio. De la misma forma, el grupo de textos provenientes del archivo de Murašȗ mencionan la agrupación del ejército real en torno a Uruk, lo que incita a pensar que las tropas aqueménidas podían alcanzar fácilmente Susa. De este modo, el camino real aqueménida se dirigiría desde Persia y Elam hacia el oeste por la llanura aluvial situada entre Ur y Sippar, pasando con posterioridad, seguramente por Nippur, el principal distrito administrativo de la satrapía de Babilonia, emplazado en el camino de Uruk, Der y Elam, puesto que sabemos que Nippur era el punto de partida de los viajeros que se dirigían a Anšan tan pronto como en el periodo de la III Dinastía de Ur (ABL 866). Desde Nippur, el camino seguiría el canal de Banitu para alcanzar Babilonia.
Según cuenta Isidoro en su relato, para dirigirse a Media, el camino atravesaba las regiones de Apolloniatide y de Chalonitide, mencionando en cada territorio dos estaciones, Artemita (que se ha identificado en la actual Khalassar) y Khala (identificada con la moderna Hulwan), situadas sobre la vía para acoger a los viajeros que se disponían a atravesar el Zagros en dirección a Ecbatana. Una vez en Media, la primera plaza citada por Isidoro es Karina, en la actual región de Kerend, a 48 kilómetros de Hulwan. El siguiente punto que menciona es Baptana (Begistana), en la región de Cambadene, localidad que se ha relacionado con Bisutun (Behistun). Desde este punto, el camino se dirigía hasta Concobar, emplazamiento que se ha relacionado con la actual Kangavar; éste estaba separado por 3 “esxoinoi” del siguiente sitio citado en la vía, Bazigraban, localización que se ha querido emplazar en el área del actual Khorsabad. El último lugar aludido por Isidoro antes de alcanzar Ecbatana es Adrapana, a 12 “esxoinoi” de la antigua capital meda. Otras estaciones debían de existir a lo largo del camino, aunque estas son omitidas por Isidoro.
ITINERARIO DEL CAMINO REAL
El camino real aqueménida debía de recorrer en primer lugar el valle de lslamabad, situado a 60 kilómetros al oeste de Kermānšāh, a aproximadamente 1.400 metros de altitud. Las excavaciones realizadas por K. Abdi en la región desvelaron asentamientos de todos los periodos históricos, registrando tres posibles sitios pertenecientes al periodo aqueménida, como, por ejemplo, Choga Baft, donde se hallaron diversos fragmentos de vasos de piedra de estilo aqueménida. Así pues, tras pasar las Puertas del Zagros y de ascender a la meseta irania desde Kermānšāh y Qasr-i Shirin, el camino recorría un pequeño valle donde, en su extremo este, se encuentra la actual localidad de Shahabad Gharb, lugar desde donde se asciende hasta la región de Manidasht.
Entre los monumentos en piedra depositados en el museo de Taq-e Bostan, figuran cuatro bases de columna y dos plintos en dos grados superados por un toro, procedentes de Shahabad; estas bases son muy parecidas a las bases cuadradas de época aqueménida. De todas formas fueron publicadas en forma de bosquejo, sin escala y sin observaciones sobre el trabajo de la piedra, por lo que es muy difícil fecharlos en el periodo aqueménida. En la región de Mahidasht, al este de Kermānšāh y al sur de Behistun, L. D. Levine condujo una serie de prospecciones entre 1975 y 1978, que abarcó un territorio de 4.000 km². Levine observó un aumento importante en el empleo de la región durante la Edad del Hierro III, no observando ningún cambio significativo en la distribución de los lugares desde el Hierro III al periodo aqueménida, ni de este último a la época arsácida, tal y como él observa en emplazamientos como Jameh Shuran, aunque dada la exigüidad de los sondeos ninguna estructura arquitectónica pudo ponerse de relieve.
El camino continuaba hacia el este siguiendo la corriente del Gamas Ab, atravesando Behistun, Sahneh, Kangavar y el valle de Asadabad antes de seguir hacia la antigua capital meda. Por lo que respecta a Behistun, conocida sobre todo por el famoso bajorrelieve de Darío I, es un lugar intensamente poblado desde la Edad del Hierro al periodo mongol. Behistun es un lugar favorable para el empleo humano, tanto por su posición geográfica, sobre la gran carretera este-oeste, como por los recursos naturales, como por ejemplo el agua, abundante y accesible. Se conoce, al noroeste del bajorrelieve de Darío, una fortificación de 1,5 hectáreas sobre el piedemonte, en tres terrazas sucesivas, con una muralla de ladrillos. Los sondeos realizados en 1966 suministraron un abundante número de cerámica pintada atribuible a la Edad del Hierro y una fíbula datada en el siglo VI a.C., así como algunos fragmentos cerámicos pintados que se acercan a los existentes durante el periodo aqueménida y post-aqueménida, indicando que el empleo del lugar no se limitó al siglo VI a.C.
Otro punto en este itinerario podía hallarse en Godin Tepe, a unos pocos kilómetros al sur de Kangavar, sede de una antigua residencia meda. En el establecimiento se observa que la arquitectura monumental del Hierro III es suplantada por una pequeña comunidad a principios del periodo aqueménida, donde el material recogido no indica uno ruptura con la etapa precedente (para el recorrido de este camino ver el mapa que se adjunta en el presente artículo).
BIFURCACIÓN DE CAMINOS
Ecbatana, actual Hamadan, se encontraba en las faldas de la sierra de Alvand, uno de los pasos de montaña más difíciles del Zagros, donde existían tres posibles caminos que conectaban Ecbatana con el lado occidental de Alvand, es decir, con el camino real que venía desde Babilonia. El primero corría al oeste de Ecbatana, donde a través del paso de Asadabad, se llegaba al valle. El segundo cruzaba la sierra de Alvand, pasando junto a las inscripciones aqueménidas de Ganjnameh y dirigiéndose hacia Asadabad desde la aldea de Shahrestaneh. La tercera ruta dejaba Ecbatana hacia el este, dando una vuelta alrededor de la sierra de Alvand, por su lado oriental, para dirigirse hacia el sur, en dirección a la aldea de Jowkar, donde giraba al oeste hasta Tuyserkan y después hacia el valle de Kangavar. Este camino pasaba cerca de Godin Tepe y debió de ser más importante que los dos caminos anteriores en la antigüedad. Esas dos rutas fueron utilizadas probablemente durante el verano mientras que la última se podría utilizar incluso en invierno. Por otra parte, Godin Tepe, se estableció en un punto estratégico importante en la ruta comercial que conectaba Mesopotamia con las tierras de la meseta iraní.
Sobre la primera de las rutas mencionadas se ha hallado una estación, localizada en la aldea de Deh-Bozan, emplazada a 11 kilómetros al sur de la moderna ciudad de Asadabad, y a 3 kilómetros al este del camino que une las localidades de Asadabad y Kermānšāh. Su proximidad a las montañas de Alvand podría estar indicando su posición como la última de las estaciones, antes de llegar a Ecbatana, del camino real que atravesaba la llanura mesopotámica desde Babilonia. En el sitio se han hallado fragmentos de cinco toros y tres basas de columnas acampanadas y sin decoración, realizados sobre piedra calcárea negra pulida. Los ejes de las columnas eran probablemente de madera, fijados sobre las basas y sus toros. Uno de los toros está dañado gravemente, aunque el resto está relativamente bien conservado. Las basas tienen un diámetro de 90 centímetros y una altura de 40 centímetros, mientras que los toros tienen un diámetro de 64 centímetros y una altura de 15 centímetros. Es probable que el sitio contara con seis columnas, con una probable azotea de madera sobre ellas, lo que vendría a indicar la existencia de una estación palaciega en Deh-Bozan.
La forma acampanada de las basas nos ayuda a fecharlas durante el período aqueménida, aunque la ausencia de decoración es un problema para dar una fecha y una comparación exacta. De todas formas hay quien piensa que faltan datos cronológicos para fechar estas columnas en el periodo aqueménida, puesto que además, la presencia de restos de época arsácida no fueron tenidos en cuenta por Mousavi, aunque tampoco se puede descartar que edificios aqueménidas fueran reutilizados en épocas posteriores. Existen escasos ejemplos de tales basas, comparables a las de Deh-Bozan. Hasta ahora, solamente se ha realizado una tentativa a la hora de compararlas con los escasos ejemplos de estas basas fechados durante el periodo aqueménida. Los dos modelos más cercanos a las basas de Deh-Bozan son los hallados en Mudjesir y en Sahneh. La basa de la columna de Mudjesir, en el Kurdistán iraquí, es acampanada y no está decorada, presentando un diámetro de 64 centímetros. Sobre la basa se encuentra un toro; la altura de la basa con su toro es de 36 centímetros. La base de la columna de la tumba de Sahneh, a 60 kilómetros al noreste de Kermānšāh, tiene un diámetro de 70 centímetros y un toro sobre ella. La altura del toro es de 10 centímetros, medida idéntica a la de los toros de Deh-Bozan. En Tliq-i Bostan, cerca de Kermānšāh, se ha hallado otra basa con un toro sin decorar, aunque sus dimensiones son inferiores a las anteriores. La basa es acampanada y similar a las basas halladas en el harem de Jerjes en Persépolis y en Susa. Las basas de columnas de la tumba de Fakhrigah están sin decorar y pertenecen a los instantes finales del periodo aqueménida. Son de forma cónica, siendo posiblemente una imitación de las basas acampanadas aqueménidas, aunque hay autores que piensan que son de época helenística.
CAMINOS ALTERNATIVOS
También se ha especulado con la posibilidad de que un camino real uniera las ciudades de Arbelas y Ecbatana (ver el mapa que se adjunta en el presente artículo). Esta sería una antigua ruta que se remontaría al periodo asirio y medo, conservando, durante el gobierno aqueménida, la importancia que tuvo con anterioridad. Una descripción de esta ruta es mencionada por Estrabón (XVI, 1.4), siendo, además, el camino tomado por Darío III tras su derrota en la batalla de Gaugamela (Arriano, III, 16.2). De este modo, Darío se dirigiría desde Arbelas por el valle del Zab Inferior, Ranja, Bāna.o Panjwin y Sihna hasta Ecbatana.
Una de las estaciones de este camino podría encontrarse en Tell ed-Daim (Dukan), emplazamiento situado sobre el Zab inferior, en la zona nororiental de la región de Kirkūk, donde se han descubierto evidencias significativas para el periodo aqueménida. En la parte superior de un montículo prehistórico se ha hallado un importante y bien construido edificio fechado en el periodo aqueménida que pudo haber sido un palacio fortificado, quizás destinado a un gobernador local. Asociados a este edificio se han encontrado, sobre las paredes, placas de bronce con decoración floral en relieve, más elaboradas que sus homólogas de Asiria, así como un bocado de caballo en bronce, muy bien conocido en los contextos aqueménidas, como en Persépolis, Deve Hüyük y en otros lugares, y tubos de kohl con decoración de rayas que se estrechan en la parte superior. La cerámica tiene paralelos evidentes con la cerámica de Nimrud, que se ha identificado como aqueménida, y hay además dos cuencos cerámicos que pueden ser comparados con ejemplos de plata datados en el periodo aqueménida en el área de Erzincan, en la zona oriental de Turquía, y tal vez en Altin Tepe.
De este modo, existían dos rutas que unían dos de las capitales aqueménidas, Susa y Ecbatana. Una ruta mucho más corta y directa se dirigía por la región de los Zagros centrales (Lūristān), mientras que un itinerario mucho más largo, el camino real aqueménida propiamente dicho, marchaba, desde Susa, hacia el oeste por la llanura aluvial situada entre Ur y Sippar, para alcanzar Nippur y Babilonia. Posteriormente, el camino se dirigía hacia el este, por la llanura babilónica, antes de encaminarse por un camino natural que remontaba el Diyāla, atravesando el Zagros para unirse con la meseta iraní por Behistun, es decir, tomando la antigua ruta de Jorasán que unía a la vía con Kermānšāh y Ecbatana.
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