El Imperio Parto: orígenes y consolidación
El Imperio Parto: orígenes y consolidación
MARCOS UYÁ ESTEBAN (abril 2022)
Resumen
Hablar de los orígenes del Imperio Parto es hablar de uno de los periodos más desconocidos dentro de la historia de Persia. Este oscurantismo proviene de la escasez de fuentes literarias que han llegado hasta nosotros, presentándose de manera fragmentaria y derivada de historiadores griegos y latinos, de los cuales se discute en ocasiones su veracidad debido a las hostilidades que ambas civilizaciones tuvieron frente al emergente Imperio Parto. Este artículo pretende dar una síntesis más objetiva y rigurosa sobre sus verdaderos orígenes hasta convertirse en una temible potencia que siglos después disputaría la supremacía del Próximo Oriente con otro coloso: Roma.
LAS FUENTES
No disponemos apenas de información procedente de fuentes auténticas partas, con lo que hemos de recurrir a las fuentes clásicas, que, sin embargo, apenas aluden a cuestiones tales como la organización social o a la descripción de los pueblos adyacentes al territorio parto. Además, hemos de tener en cuenta que el contexto de estas fuentes se debe en momentos bélicos que los seléucidas griegos primero, y los romanos, después, tuvieron con los partos, con lo que el tono de éstas normalmente es hostil y poco generoso, e incluso despreciable, caso del historiador griego del siglo 11 d. C., Luciano de Samosata, quien en su obra Historia Verdadera los vilipendia con cierta saña.
Para obtener una información más precisa y al menos más acorde a la realidad, hay que acudir a historiadores griegos residentes en las ciudades griegas del estado parto, que poseen más conocimientos sobre esta civilización y de su sociedad. Fragmentos de la obra perdida Parthíca, del historiador griego Apolodoro de Artémita, ciudad griega en el este de Irak, que vivió en el siglo I a.C., resultan de gran interés ya que son a menudo citados en la Geografía de Estrabón e incluso por el historiador romano Cneo Pompeyo Trogo, cuyos fragmentos perdidos de la obra Historias Filípicas recogían, en los libros XLI y XLII, un relato detallado de la historia de los partos, si bien, Tarn cree que las descripciones de Trogo provienen de un segundo autor griego, distinto de Apolodoro. Gran parte de su contenido sobrevive, aunque de forma muy abreviada, en el Epítome del historiador romano Marco Juniano Justino añadido a la obra de Trago, concretamente el capítulo XLIV, por lo tanto, y a pesar de la falta de información detallada, la obra de Justino es indispensable para los historiadores del Imperio Parto. Otras fuentes principales, de proveniencia romana, son los escritos ocasionales dados por historiadores como Flavio Arriano, Polibio, Tácito y Dión Casio pero que relatan ya una época posterior, sobre todo los dos últimos, al origen del Imperio Parto. Merece nombrarse el testimonio de Arriano, quien propone, sin estar demostrado, que el primer rey parto Arsaces I murió prematuramente sucediéndole su hermano Tirídates.
Estas fuentes literarias clásicas se pueden complementar en cierta medida por la evidencia epigráfica y documental. Algunas inscripciones hechas en griego localizadas en Behistún y en Susa, refieren a ciertos aspectos del reino parto. Otra fuente de información auténticamente parta que es probable que aumente a medida que avance la investigación arqueológica es suministrada por los hallazgos de los ostraca, que es una concha o también un fragmento de cerámica sobre el que se escribía, con inscripciones. Los mayores ejemplares encontrados se excavaron en Nisa, en lo que hoy es el actual Turkmenistán, y las inscripciones relatan principalmente diferentes transacciones relacionadas con la entrega de envíos de vino. Además, contienen información sobre la tenencia de la tierra, las calidades del vino, títulos oficiales, y en ocasiones hasta los nombres y las fechas de reinado de los gobernantes.
Tales ostracas fueron probablemente objetos comunes en las diferentes partes del reino. De los títulos oficiales partos algunos presentan un interés considerable, por ejemplo el de nwhdr equivalente a «comandante», el término, psgryb, que se traduciría por «sucesor», conocido en las inscripciones de Hatra y en Urfa (Edesa), y tal vez incluso la bwdr siria, en parto bgdr, es decir, «el guardián de la deidad».
Existe otra fuente de información, la poesía oral de los llamados «juglares» partos, que eran conocidos en el idioma parto por el término Gosan. Algunos de sus poemas tratan temas históricos o épicos, y se han preservado a través de la traducción al persa moderno. El problema de esta poesía oral es que es muy difícil situarla cronológicamente, caso del poema romántico Vīs ō Rāmīn, traducido del persa medio en el s. XI por As’ad de Gorgán, que, como Minorsky ha demostrado, contiene muchos detalles que sugieren una fecha relacionada con el mundo parto, pero difícilmente se puede hacer referencia a cualquier contexto histórico preciso.
De las fuentes modernas sigue vigente el trabajo de Gutschmid, si bien la cautela debe ser necesaria si se estudia, ya que contiene información que puede prestarse a una crítica razonada. Los estudios de Debevoise siguen siendo probablemente los más completos, aunque su lectura a veces es difícil de entender. Otros autores como Rawlison o Neusner, también deben de ser tenidos en cuenta.
EL NACIMIENTO DEL MUNDO PARTO
Ya en el periodo aqueménida, desde los tiempos de Darío I el Grande, se menciona una provincia llamada Parthava, probablemente una satrapía, bajo un gobernador local, cuya capital se situaba en Tüs, poblada por gentes de origen escita. Esta región fue aparentemente unida a Hycarnia, que hoy en día se corresponde con la actual Gorgán en el norte de Irán, justo debajo del Mar Caspio, en tiempos del rey persa, si bien, algunas fuentes mencionan que esta unión se realizó bajo periodo seléucida. Parthava posteriormente se separó de Hycarnia y se unió a Joresmia, situada en Asia Central. En esta época, los partos suministran a los aqueménidas caballería para sus tropas y fueron requeridas su presencia al mando del gobernador Fratafernes para luchar junto a Darío III contra Alejandro Magno cuando el conquistador griego invadió el territorio persa.
Los eruditos e historiadores a menudo han debatido si los parthavas de la época aqueménida son las mismas gentes que luego se convirtieron en aquellos partos que se levantaron para desafiar a Roma. Lo que está claro es que después de la caída del Imperio Aqueménida, Par thava o Partía, fueron gobernados por la dinastía seléucida. La región en esta época parece haberse asentado parcialmente en lo que hoy en día es el actual Jorasán, en el este de Irán, y que poco después experimentó la llegada de un subgrupo del norte de Irán, concretamente del sureste del Mar Caspio, conocido como los parnos, una tribu dominante de la Confederación Dahae, que fueron dirigidos por Arsaces. Eran parientes étnicos del norte de los Saka del norte de Irán y podrían haber llegado ya en tiempos del reinado de Seleuco I (305-281 a. C.).
LA INDEPENDENCIA PARTA
El año 247 a. C. es una fecha clave en el proceso de creación del estado parto. No obstante, las diferentes fuentes al respecto plantean problemas de interpretación de los sucesivos acontecimientos. A este propósito no hay unanimidad. La teoría de Gardner, posiblemente la más acertada, cree que durante ese año hubo una revuelta en la satrapía de Partía de la mano del sátrapa Andrágoras en un momento de debilidad del Imperio Seléucida que en aquel momento mantenía disputas con el Egipto ptolemaico y que presenciaba a su vez el cambio de rey tras la muerte de Antíoco II y la entronización de su hijo Seleuco II. Tarn propone que la revuelta coincide con el año de coronación de Tirídates l, que sería el segundo rey de los partos, por detrás de Arsaces, relato recogido por Arriano y en el que Bivar y Katouzían están de acuerdo, pero no parece verosímil ya que los historiadores modernos sostienen que quien en verdad reinó fue Arsaces hasta el 211 a. C. Una tercera propuesta arguye que en realidad el que fue nombrado rey fue el propio Arsaces tomando el título, al igual que lo hiciera Alejandro Magno, de Shahanshah o Rey de Reyes.
El historiador Wolski ha arrojado un poco de luz sobre el origen del Imperio Parto y ha propuesto su propia teoría. Examinando los textos antiguos, llegó a la conclusión de que la versión proporcionada por Justino (XLI, 4), a través de Estrabón (XI, 9, 2) y Pompeyo Trogo es una tradición distinta y superior a la representada por los fragmentos de Arriano (Las campañas de Alejandro, IV, 1, 5) y Sincelo (Cronografía o Corpus scriptorum historiae byzantinae, XIII). En opinión de Wolski, por lo tanto, la versión auténtica es que primeramente, la satrapía de Bactria estableció su autonomía del reino seléucida en el año 239 a. C. bajo su gobernador Diodoto I estableciéndose el llamado reino greco-bactriano, y posteriormente Arsaces estableció su gobierno independiente en la satrapía de Partía en el año siguiente, en el 238 a. C., acabando primero con la vida de Andrágoras y justo poco después de la fallida campaña llevada a cabo por el rey seléucida Seleuco II por intentar restablecer el orden, viéndose obligado el mismo rey a volver a Antioquía debido a una revuelta en Asia Menor y por los constantes problemas con el Egipto de Ptolomeo III, dejando que la satrapía pudiera independizarse, dando por hecho que el propio año 238 a. C., es el inicio de la nueva era de los partos o era arsácida.
No obstante, en este caótico comienzo, otras tesis deben de ser remarcadas. En primer lugar, volviendo a la teoría de Gardner, el por entonces sátrapa Andrágoras, cuya historicidad está verificada a través de la numismática procedente del tesoro del Oxus y la epigrafía griega y que ya era sátrapa en tiempos de Antíoco I Sóter (281- 261 a. C.), arguye que es poco probable que el mismo Andrágoras llegara a ser sátrapa en una fecha tan tardía como el 238 a. C., y sugiere que fue asesinado por Arsaces unos diez años antes en una conspiración para derrocar a Andrágoras, justo antes de la revuelta contra el poder seléucida. Este suceso en realidad no está demostrado, debido a que existe un paralelismo entre la muerte del sátrapa y la muerte de Darío III, el último rey aqueménida, cuando seis conspiradores acabaron con su vida antes de que Alejandro Magno lo capturara, hecho que parece haber sucedido en su total integridad con la muerte de Andrágoras, cuando Arsaces junto con su hermano Tirídates y cuatro conspiradores más lo asesinaron. Por su parte, Bivar cree que el año 247 a.C. es el comienzo, cuando los seléucidas perdieron el control de Partía a favor de Andrágoras, y seguidamente Arsaces tomó el control de Partia, opinión que comparten Homa Katouzian y Gene Ralph Garthwaite. En cambio, Vesta Sarkhosh Curtís afirma que el año 247 a. C. fue cuando Arsaces se hizo el jefe de los parnos. Finalmente Curtis y María Brosius afirman que Andrágoras no fue derrocado por Arsaces hasta 238 a. C.
Desesperado por la reciente independencia, Seleuco II, a pesar de contar con pocas fuerzas, intentó recuperar el control de Partía, pero el sátrapa Diodoto II del reino grecobactriano, sucesor de Diodoto I, se alió con Arsaces y pudo mantener la independencia estableciendo la nueva capital parta en Hecatompylos y empezó a construir nuevas ciudades como Sahre-Qümes, cerca de Damghan o Nisa, en Asia Central.
Otro de los puntos oscuros dentro del comienzo del Imperio Parto se refiere a la historicidad de los hermanos Arsaces y Tirídates. Algunos autores sugieren que Tirídates es el verdadero fundador. Otros, como Wolski, que la figura de Tiridates fue legendaria, y que, de hecho, Arsaces reinó durante más de treinta años. Por otra parte, el mismo Wolski rechaza la historicidad de un «Artabano I» en este periodo, a raíz del testimonio de Justino (XLI, 5, 6), ya que a pesar de que en las fuentes griegas se aluda a Arsaces, y las latinas a Artabano, no son la misma persona, lo que da a confusión, con lo que en realidad es el hijo y sucesor de Arsaces I, que fue conocido por el mismo nombre, es decir, Arsaces II. Sin embargo, aunque plausible, este razonamiento no parece, ante la escasa evidencia en las fuentes, suficiente para establecer de manera concluyente esta hipótesis. No obstante, hay una evidencia que puede arrojar luz a la teoría de Wolski y es que una ostraca, la número 1760, aparecida en Nisa alude a la existencia de Arsaces II, que era sobrino de Arsaces I.
PRIMEROS PASOS
Tomando como buena, y casi indiscutida, la existencia de Arsaces I, éste reinó hasta el 211 a. C. Durante un tiempo, Arsaces I consolida su posición en Partia e Hircania, aprovechando la invasión del territorio seléucida en el oeste por Ptolomeo III de Egipto. No obstante, y poco después, Arsaces fue expulsado temporalmente de Partia por las fuerzas de Seleuco II, hasta que contraatacó y recuperó el territorio. El sucesor de Seleuco II, Antíoco III el Grande, quién subió al trono en el 223 a. C., heredó un estado en desorden. Hycarnia había sido anexionado a Partía, en Judea la autoridad seléucida estaba siendo cuestionada, y Alejandro y Molón, los gobernadores seléucidas de las satrapías de Persis y Media, también se habían sublevado.
Antíoco III, en los siguientes años, sofocó las revueltas de Media, Persis y posteriormente la de Xerzes de Armenia, asegurando el control de su Imperio para enfrentarse a los partos en el año 209 a. C., siendo ya rey parto Arsaces II. El ataque tuvo éxito en Hycarnia y además se capturó la capital parta, Hecatompylos, con lo que Arsaces II reconoció la autoridad de Antíoco III y, en cierto modo, y durante un breve período, pareció que la autoridad de los seléucidas en Partía había sido restaurada. El rey seléucida, al año siguiente, lanzó una campaña contra Eutidemo, del reino greco-bactriano, pero resultó derrotado en la batalla del río Ario, lo que hoy en día es el moderno río Hari, en Afganistán. El éxito contra los partos fue de corta duración ya que posteriormente Antíoco III fue aplastado por los romanos en las Termópilas en el 191 a.C. y en Magnesia, situada en la región en Anatolia en el 189 a. C. Con la paz de Apamea en el 188 a.C., la débil posición en la que quedó Antíoco III, obligó a abandonar todos los territorios seléucidas al norte del Tauro y rendir sus elefantes de batalla y su marina de guerra. Además, los seléucidas debían de pagar 15.000 talentos a los romanos. Estas cargas financieras obligaron a Antíoco III a lanzar un ataque contra el templo de Elam, en el suroeste de Irán. La ofensiva fue un fracaso estrepitoso, tanto, que el rey perdió la vida en la campaña de julio del año 187 a. C., lo que aprovechó Priapatios, el hijo y sucesor de Arsaces II, quien accedió al trono en el 191 a. C. para contraatacar y recuperar la capital parta y la parte del territorio parto situado al sur de la cordillera del Elbruz.
El hijo de Priapatios, Phraates I, fue verdaderamente el primer impulsor del poder parto. A pesar de que su corto reinado duró solamente cinco años, (176-171 a.C.), fueron suficientes para que Partía fuera tomada en serio como potencia y además significó el comienzo del declive seleúcida, que empezó a ver cómo los partos empezaban a sacudirse de su dominio. Lo primero que hizo este rey fue reafirmar la supremacía en la zona sur de la cordillera del Elbruz, subyugando a la tribu de los Amardi, que estaban bajo protección seléucida, e Hycarnia y sofocar nuevas rebeliones en Media y Armenia. Además, dispuso de guarniciones de la tribu de los Mardi de la moderna Mazandarán, al norte de Irán, que pronto se establecieron en el extremo oeste de Hycarnia. Posteriormente planeó un avance parto en la satrapía de Media, región muy fértil y cuya capital era Rhages, la actual Rei, al sur de Teherán. Pero se encontró con dos obstáculos: el desierto de Dast-e-Kavir y la propia cordillera del Elburz, con lo que el único paso existente era el llamado Gidurni Sudurrah o también conocido con el famoso nombre de Pyfae Caspiae. La campaña, aunque tuvo cierto éxito inicial, acabo fatal para el mismo rey, que murió en una emboscada cerca de la ciudad de Harón, tras recibir un flechazo en el estómago.
MITRÍDATES I Y LA CONSOLIDACIÓN PARTA
La total conquista de Media para el reino parto fue realizada por el hermano de Phraates I, el poderoso Mitrídates I, que debe ser considerado el verdadero autor de la expansión de los partos hasta convertirlo en un gran Imperio. En efecto, Mitrídates I siempre tuvo en mente una política expansionista y estaba a la espera del momento adecuado para poner sus planes en práctica. Primeramente, al este, se tuvo que enfrentar al poderoso Eucrátides I del reino greco-bactriano, quién anteriormente se hizo con el poder derrotando a la dinastía reinante, la dinastía eutidémica. Esto hizo que Mitrídates I, ante el poder creciente de este rey, asegurara su propia frontera, y no solo eso, sino que logró anexionar las satrapías bactrianas de Tapuria y Traxiana contando con la ayuda de los derrocados a través de una campaña militar recogida por Justino (XLI, 6) y por Estrabón (XI,11, 2). Mientras tanto, en Media, el aliado de Eucrátides, Timarco, del que se sabe de su alianza a través de los paralelismos existentes en los tipos y leyendas monetarias, que había usurpado el trono seléucida, fue pronto derrocado por el nuevo pretendiente seléucida, Demetrio I Sóter, lo que propició que durante más de una década, Mitrídates I no pudiera avanzar más al este al restablecerse la autoridad seleúcida. Estudios numismáticos han demostrado que después de la caída de Timarco, las monedas fueron acuñadas en la región Ecbatana no sólo por Demetrio I (161-150 a. C.), sino también durante los años iniciales de Alejandro Balas (150-145 a, C.), lo que da pie a la veracidad de estos acontecimientos. El avance de Mitrídates I continuó contra Ectabana, aprovechando las disputas internas, en una fecha situada en el 148 o 147 a. C., correspondiente al año 164 de la Era Seléucida, con éxito. Esta victoria fue seguida por la conquista parta de Babilonia en Mesopotamia, donde Mitrídates I reanudó la acuñación de monedas, que desde Arsaces II no habían sido elaboradas, concretamente tetradracmas. Después Mitrídates se retiró a Hyrcania, dejando que sus fuerzas sometieran los reinos de Elimaida y Characene y ocuparan Susa. Las conquistas llegaron a tal extremo que el límite se extendió hasta el río Indo. El rey parto además estableció residencias reales en Seleucia, Ecbatana, Ctesifonte y en su recién fundada ciudad, Mithradatkert (actual Nisa, Turkmenistán), donde las tumbas de los reyes partos fueron construidas y mantenidas. Ecbatana se convertiría en la principal residencia de verano y Ctesifonte no sería la capital oficial hasta el reinado de Gotarzes l (90-80 a.C.).
Los seléucidas fueron incapaces de tomar represalias de inmediato, porque primeramente debían de solucionar sus problemas internos, como la rebelión de Diodoto Trifón en Antioquia en el año 142 a. de C., quien usurpó el trono, trono que había heredado· primeramente Demetrio II Nicátor gracias a la intervención egipcia y posteriormente el hijo de Alejandro Balas en el 145 a.C., Antíoco VI Dioniso, gracias a la actuación del propio Diodoto. Sin embargo, en el 140 a.C., Demetrio II Nicátor, que estaba en el exilio, fue capaz de lanzar un ataque contra los partos en Mesopotamia. A pesar de cosechar algunos primeros éxitos, los seléucidas fueron derrotados y el propio Demetrio II fue capturado por las fuerzas partas y llevado a Hyrcania. Se dice que Mitrídates I no solo trató a su cautivo con gran hospitalidad, sino que incluso se casó con su hija Rodoguna, con quien tuvo hijos, hasta que finalmente en el 129 a.C., fue liberado para luchar contra Antioco VII Evergetes, quien murió antes de que estallara el conflicto lo que propició que Demetrio II recuperase el trono.
En el año 138 a.C., año de la muerte de Mitrídates I, fue cuando el Imperio Parto alcanzó por el momento su cota máxima. Según el relato de Orosio (Historias, I, 2, 18):
«Él derrotó a Demetrio e invadió la ciudad de Babilonia y todos los límites de su provincia. Además, subyugó todas las provincias que se encuentran entre los ríos Hidaspes y el Indo», si bien algunos historiadores creen que el Hidaspes en realidad es el actual río Jhelum, situado en el Punjab. Los años venideros verían el final del Imperio Seléucida y el auge del expansionismo romano.
ANEXO: LA NUMISMÁTICA EN LOS COMIENZOS DEL IMPERIO PARTO
Cuando en el 238 a.C., si tomamos la fecha como cierta, los partos se constituyen como identidad independiente, la moneda que hay puesta en circulación, la dracma, fue similar a la del resto del imperio seléucida tal y como lo atestiguan las cecas de moneda de Bactria y Hecatompylos. Mientras que en Ectabana, posteriormente, la dracma solo se emitió entre los reinados de Antíoco I y Antíoco III, el resto, la preferencia está en el uso de la tetradracma. El estándar de peso empleado deriva del sistema ático, por lo que en el siglo III a.C. la dracma pesa alrededor de 4 gramos. En el anverso de esta moneda seléucida estaba el rey, vinculado con la diadema y mirando hacia la derecha, mientras que en el reverso se representa Apolo sentado a la izquierda en el omphalos y sosteniendo un arco.
La mayoría de los primeros ejemplares partos ya provienen de un tesoro descubierto en el valle de Atrak, situado al oeste de Bojnurd, noreste de Irán. Contenía un tetradracma y sobre 1.500 dracmas, fechado hacia el 209 a. C., muchas de estas monedas muestran en su anverso, algo más cóncavo que el reverso, una cabeza mirando hacia la derecha, sin barba y con una diadema determinada que puede hacer referencia al título de bashlyk o general electo, cuya leyenda lo confirma, y que parece ser ya se usaba incluso en el periodo aqueménida. La cabeza se le atribuye a Arsaces I. En el reverso, se representa a un arquero con una indumentaria que recuerda a los nómadas de las estepas, sentado a la izquierda en un taburete y con un arco, tipo que perdurará en todos los dracmas partos hasta el final de la dinastía. El peso de estas primeras monedas oscila entre 3.5 y 4.2 gramos.
Las dracmas posteriores de Arsaces I demuestran un intento de adaptación de la moneda a las directrices del estado naciente. Para empezar, en el anverso el busto del rey se giró a la izquierda y en el reverso el arquero adopta una postura más erecta y está sentado hacia el centro. Al mismo tiempo, parte de la leyenda griega se sustituye por una palabra aramea que puede ser KRNY, que podría definirse por «autócrata». Una especie de monograma se inserta debajo del taburete y se puede relacionar con Mithradatkert, la ciudadela de Nisa, tal vez relacionado con los nombres de algunos Mitrídates de la familia aqueménida.
Con Arsaces II, las monedas tienen un anverso similar al utilizado por su padre, pero en el reverso la inscripción se reduce a una simple leyenda en griego, mientras que el monograma es cambiado por un símbolo A o un águila, que puede dar lugar a una especulación en cuanto a la posibilidad de la procedencia de la ceca. Del reinado de Arsaces II, tenemos un ejemplo de una moneda de bronce desgastada, cuyo peso original debe haber sido alrededor de 5 gramos, de manera que se distribuyó como dos calcos, la cuarta parte de un óbolo (que era un sexto de una dracma).
Con Antíoco III recuperando parte de la autoridad seléucida en Partia, la moneda dejó de fabricarse prácticamente, hasta que Mitrídates I, que ascendió al trono en el 171 a. C., y gracias a la expansión política de Partia, vuelve a emitir moneda. En primer lugar, en el anverso sigue la tipología de los reyes anteriores pero esta vez busto en vez de solo cabeza imberbe, mirando a la izquierda con la diadema que hace referencia al bashlyk. En el reverso, el arquero se asienta esta vez sobre el omphalos apolíneo, no en un taburete. Lo más llamativo y comentado por los escritores griegos es la continuación del uso del nombre de la dinastía arsácida en lugar de uno más personal, en este caso de Mitrídates, cuando este rey verdaderamente fue el impulsor del Imperio. De hecho, esta costumbre se perpetuó hasta la llegada de los sasánidas y ha sido uno de los mayores impedimentos para la realización de una serie monetaria más concreta, aunque a partir de Mitrídates la cabeza imberbe y el bashlyk no reaparece, solo una diadema más sencilla. Las emisiones incluirán tetradracmas y dracmas junto con óbolos de plata, así como en bronce.
Bibliografía
- Bivar, A.D.H., “The Political History of Iran Under the Arsacids”, in Yarshater, Ehsan, Cambridge History of lran 3.1, London & New York: Cambridge University Press, 1983, pp. 21-99.
- Brosius, M.: The Persians: An Introduction. London & New York: Routledge, 2006.
- Curtís, V. S.: “The lranian Revival in the Parthian Period”, in Curtís, Vesta Sarkhosh and Sarah Stewart, The Age of the Parthians: The Ideas of lran 2, London & New York: I.B. Tauris & Co Ltd., 2007, pp. 7-25.
- Debevoise, N. C.: A political history of Parthia. Chicago, 1938.
- Frye, R. N.: The History of Ancient Iran. Munich, C. H. Becksche Verlagsbuchhanndlung, 1984.
- Gardner, P.: The Parthian Coinage. London, 1877.
- Garthwaite, G. R.: The Persians. Oxford & Carlton: Blackwell Publishing, Ltd, 2005.
- Katouzian, H.: The Persians: Ancient, Medieval, and Modern lran. New Haven & London: Yale University Press, 2009.
- Minorsky, V.: “Vis u Ramin”, en Iranica: ‘Twenty Articles. London- Tehran, 1964, pp. 178-188.
- Newell. E. T.: The Coinage of the eastern Seleucid mints. New York, 19 ] 8.
- Simonetta, A. M.: “La monetazione partica dal 247 al 122 a. c.”. RIN LXX (1968), pp. 11-64.
- Tarn, W.W.: The Greeks in Bactria and India. Cambridge, 19 8.
- Van Gutschmid, A.: Geschichte Irans uns seiner Nachbarliinder. Tünbingen, 1888 .
- Wolski, J.: “The decay of the lranian empire of the Seleucids and the chronology of the Partían beginnings”. Berytus XII (1956-57), pp. 35-52.